Con copete, o siguiendo la receta del gran Xavier Barriga.
Y es que éstas magdalenas marcan completamente la diferencia. Además de su gran copete tienen unas cuantas virtudes más al probarlas, son esponjosas, ligeras y suaves pero sin desmigarse una vez que le metes un mordisco.
Personalmente, éste último punto para mí es muy importante, ya que no hay cosa que me repugne más que al meter las magdalenas (o las galletas, o los cereales, o la tostada...) en la leche caliente del desayuno, se empiecen a romper e inmediatamente caigan al fondo de la taza. Arggg
Diréis, que especialita. Pues sí, no os lo voy a negar, jajaja.
Se dice que hay dos tipos de personas, el que echa las salsas por todas las patatas fritas, o el que las echa a un borde del plato para ir mojándolas una a una.
El que no se come el borde de las pizzas, o sí.
El que no quiere queso en la hamburguesa o sí.
El que desmenuza los dulces del desayuno en la leche hasta hacer una papilla, o el que los empapa con cuidado.
Pues bien, yo en todas éstas, me decido por la segunda opción.
A lo que iba... la receta de magdalenas que más nos gustan en casa.
Las he hecho unas cuantas veces desde que hice éstas fotos y la verdad, en ésta ocasión han sido cuando más bajas han quedado. Así que imaginaros como quedan cuando suben bien...
¡Espero que os guste!
(30 uds)
INGREDIENTES:
- 210 g de harina de trigo
- 1 Sobre de levadura química
- 175 g de azúcar granillo
- 4 Huevos L
- 60 ml de leche
- 190 ml de aceite de girasol
- 1 Pellizco de sal
- La ralladura de un limón
PREPARACIÓN:
Mezclamos el azúcar con los huevos cascados en el bol del robot de cocina.
Con las varillas de montar y a velocidad media, batimos durante unos 5 minutos.
En otro bol, disponemos el aceite. Sobre el, echamos la leche.
Agregamos también la ralladura de limón.
En éste momento se pueden incorporar otros muchos aromatizantes, como vainilla, canela, ralladura de lima o naranja...
En otro bol, mezclamos los ingredientes secos. La harina, la levadura y la sal.
Como veis tras ese tiempo, los huevos con el azúcar han aumentado mucho de volumen.
Bajamos la velocidad del robot de cocina al mínimo. Agregamos la mezcla del aceite, la leche y la ralladura de limón.
Mezclamos al mínimo, suavemente hasta que se mezclen todos los ingredientes.
Una vez la crema sea homogénea, la metemos en la nevera y dejamos que repose durante una noche.
Al día siguiente, precalentamos el horno a 250ºC.
Sacamos la mezcla de la nevera, mezclamos con las varillas un poco, y con ayuda de un sacabolas de helado, disponemos la misma cantidad en cada cápsula para magdalenas.
Las vamos poniendo en una bandeja de horno.
Si se desea, justo antes de meter en el horno, se echa un poquito de azúcar sobre la masa, o algún fruto seco, como piñones o almendras laminadas.
Justo antes de meter las magdalenas, bajamos la temperatura del horno a 210ºC.
Dejamos que se hagan durante 15 minutos.
Como veis van subiendo con mucha fuerza.
Una vez salgan del horno, dejamos reposar en hasta que enfríen.
Éste es el resultado final de nuestras magdalenas.
¡Qué aprovechen!
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hola!, me encanta cuando hay estos copetes, es que quedan tan bonitas, dan ganas de morderlas y no dejar ni una, besos!
ResponderEliminarVerdad que sí? Así si que dan ganas de desayunar, aunque sea con madrugón incluido! ;)
EliminarBesos