Hay muchas ocasiones en las que el cuerpo nos pide un pequeño capricho y no podemos negarselo.

Muchas veces se trata de un dulce, de un helado o una pieza de bolleria. Otras tantas, puede ser un bocado salado como una tosta o una empanada lo que nos haga salivar.

A mí esta vez no había nada que más me apeteciera que un plato de huevos y patatas fritas bien acompañado por unos cachitos de un buen jamón serrano.

No sabéis la de tiempo que hacía que no me daba un homenaje igual, y es que las patatas fritas han pasado a mejor vida para mí desde que tengo la freidora de aire caliente, pero para este plato no podía reprimirme.

¡Espero que os guste!

Con esta receta participo en:
El Reto #Asaltablogs es una divertida manera de conocer blogs ajenos, y tras hurgar  por todas sus recetas, cocinar una de ellas dándole nuestra propia versión.

 Otra de las cosas que echo mucho de menos es poder salir a desayunar / comer / cenar libremente y sin tener que andar pendiente de la mascarilla. Como todos imagino.

Ojalá pronto podamos salir y resarcirnos de lo que llevamos meses conteniéndonos. Mientras tanto, de vez en cuando comida a domicilio para ayudar a la hostelería de nuestra ciudad, y sobre todo, muchas recetas nuevas dignas de los mejores restaurantes hechas a mano en mi cocina.

Sueño con el día en el que pueda volver a ir a mi restaurante asiático favorito, repleto de gente y sin estar pendiente de las restricciones horarias y de distanciamiento, pero por ahora me toca hacer estos noodles en casa y teletransportarme mentalmente, como nos pasa a todos.

¡Espero que os guste!

Con esta receta participo en el reto:
En el reto tus recetas, dónde hacemos un plato usando como norma principal, un ingrediente elegido a votación que haya pasado por un proceso de elaboración y envasado, tal y como son los noodles; unos fideos chinos con base de trigo, arroz o soja con los que se hacen las típicas comidas instantáneas en Japón.

 ¿No os pasa que la situación sanitaria os está afectando ya al ánimo y a la salud mental?

Yo cada vez me siento más triste, y eso que ni yo ni mi entorno nos hemos visto afectados por la enfermedad afortunadamente. Pero bien es cierto que esta incertidumbre me genera estrés, preocupación  y ansiedad, ya que también es todo lo que acarrea esta pandemia que a trastocado nuestras vidas por completo a nivel laboral y personal, poniendo todo patas arriba y aprendiendo a convivir con ello.

Necesito el calor de mi familia, un abrazo, poder saludarnos con dos besos. Sueño con el momento en el que podamos volver a viajar, sentir el mar a mis pies, descubrir nuevos paisajes que tras este letargo veremos mucho más bonitos y conocer nuevas gastronomías.

La tortilla que hoy traigo es la que hago en casa desde que la probé por primera vez en el restaurante del Monte Igueldo de San Sebastián, después de dar un paseo por la playa de la Concha y montar en la montaña rusa del parque de atracciones, y no puedo evitar recordar todas esas sensaciones cada vez que la preparo.

¡Espero que os guste!

Con esta receta participo en el reto:
Añadimos los puerros y dejamos que pochen durante 10 minutos.
Mientras tanto limpiamos el bacalao, que podemos usar como en mi caso fresco, así como desalado.
Retiramos las pieles y las espinas que pudiera tener.
En una fuente amplia, cascamos los huevos y añadimos los puerros sofritos y el bacalao en lascas pequeñas.
Salpimentamos al gusto y con ayuda de unas varillas mezclamos.
En la misma sartén en la que hemos sofrito los puerros, hacemos la tortilla cuando el aceite sobrante esté bien caliente.
Para que esta tortilla quede bien hecha es importante ir moviendo el contenido en la sartén a medida que se va cuajando.
Con ayuda de un plato damos la vuelta y dejamos que se dore por el otro lado también.
Entonces, disponemos en el plato de presentación y llevamos de inmediato a la mesa.
Así de jugosa se ve a la hora de porcionarla.