Es mucho tiempo ya el que llevo sin escribir por aquí, sin compartir con vosotros ninguna receta.
Y pese a que todo sigue igual, todo ha cambiado.
Una grave enfermedad que nos comunicaron a finales de Septiembre, ha hecho que finalmente mi madre ya no esté con nosotros.
Son momentos muy duros, aún lo tenemos muy reciente, y las fechas por las que estamos, no ayudan a sobrellevarlo, por que pese a que estemos bien arropados y acompañados, sentimos que falta una silla en la mesa, aunque... Ese es un sentimiento que me temo no podremos quitarlo nunca.
En éste tiempo hemos tenido ocasiones para todo, para llorar sin consuelo, y para reír a carcajadas en cuanto teníamos ocasión, y es que mi madre es mucha madre y no quitó la sonrisa de la cara, no cesó de animarnos y darnos aliento cuando era a ella a la que le faltaba, hasta el final.
Durante estos meses he sentido muchas veces las ganas de pasarme por aquí, principalmente animada por ella, mi fiel seguidora. Pero he pasado mi tiempo acompañándola, queriéndola, cuidándola lo mejor que he sabido, y por supuesto, cocinándole todo lo que le apetecía (Hasta sesos... 🙈) y oír de su boca el "Pero que bien cocinas, hija" era la mejor recompensa que podía tener.
Y aunque ahora yo no esté todo lo animada posible, sentía una necesidad imperiosa de volver, seguramente impulsada por ella, de retomar poco a poco mi rutina, de mostraros los platos que he preparado para mí y los míos.
Por que así es como a ella le gustaría, que nuestra vida siguiera, que estuviéramos de puta madre.
Aún queda mucho para que así sea, para que las lágrimas que nos salen al recordarla se conviertan en una sonrisa de añoranza, de cariño.
Eras muy grande mamá, te llevaré siempre conmigo, por que sólo muere lo que olvidas, y para mí olvidarte será imposible ❤
Éstas galletas, han sido una de esas preparaciones que he hecho éstos meses.
Decidí hacer ésta receta para mi amiga invisible y paisana Rocío del blog "Chismes y cacharros" y de ésta manera participar en unas galletas viajeras navideñas.
Prepararlas me sirvió para de terapia, para relajarme y alejar los pensamientos malos de la cabeza, aunque fuera por un momento. Además las recuerdo con mucho cariño ya que el relieve lo conseguí con un pañito que hizo mi madre cuando era joven y que me regaló al salir del hospital. Y por lo que sé, a Rocío y su familia les gustaron un montón, así que fenomenal.
¡Espero que os gusten!
(50 uds)
INGREDIENTES:
- 250 g de mantequilla sin sal
- 250 g de azúcar blanquilla
- 2 Huevos M
- 600 g de harina de trigo
- 1 Cdita de esencia de vainilla
- 1 Vaina de vainilla
PREPARACIÓN:
Sacamos la mantequilla a temperatura ambiente, dándole unos cuantos cortes para que tarde menos en tener una consistencia blanda.
Una vez haya reblandecido, la echamos en el bol del robot de cocina y con la varilla mezcladora, batimos a velocidad media, agregando poco a poco el azúcar hasta que forme una mezcla esponjosa y blanquecina.
Con ayuda de una puntilla, abrimos a la mitad la vaina de vainilla y con el filo del cuchillo sacamos las semillas.
Las agregamos a la mantequilla.
Junto con la cdita de esencia de vainilla.
En un bol aparte, batimos los huevos y los añadimos poco a poco en la masa.
Mezclamos bien, hasta que formen una masa uniforme.
Por último, añadimos la harina en tandas.
Las mezclamos, batiendo primero a velocidad baja, y después a velocidad alta.
Hasta que los ingredientes se integren bien.
Sacamos la masa a una superficie enharinada.
Le damos forma y cortamos en varios trozos, para que al laminar nos resulte más fácil.
Al darle la última pasada para dejarlas en el grosor deseado, disponemos el pañito sobre la masa, intentando que cubra lo máximo posible.
Le damos un viaje con el rodillo, para que el dibujo se adhiera a la masa.
Levantamos con cuidado el pañito, y así es como queda.
Mientras las vamos cortando, las disponemos de forma intercalada en la bandeja del horno con papel sulfurizado.
Repetimos el proceso, hasta que acabemos con toda la masa.
Una vez que vayan saliendo del horno, las dejamos templar sobre una rejilla.
No dejes que las galletas se tuesten demasiado, lo justo para que adquieran un tono dorado y queden crujientes.
Éste es el resultado de nuestras galletas de vainilla.
Y así fué como las preparé para enviárselas a mi amiga invisible.
Con éste packaging, una bonita caja de madera, una postal y la receta de las galletas que ahora está redactada aquí.
Súper ricas y bonitas, el relieve del pañito de mi madre, las dejó preciosas.
¡Qué aproveche!
Unas galletas deliciosas que duraron un suspiro. Alvaro las comió con ganas. Muchas gracias Amiga Invisible. Un regalo con mucho sentimiento que me hizo emocionarme. Un besazo
ResponderEliminarNo sabes cuánto me alegró que os gustaran tanto, las hice con todo mi corazón y se llevaron un poquito del mío, y del de mi madre.
EliminarUn besote amiga visible!
Fantastica estas galletas tanto en su relieve como en su sabor en el que no pongo en duda de que deberian de estar extraordinariamente ricas. Besos de la Cocina del Titi
ResponderEliminarMuchas gracias, un beso
EliminarSeguro que Lauri esta mandandote toda la energia que necesitas para continuar con el blog.Estas galletas no se me escapan,parecen faciles para que yo me anime.Muchisimos besos
ResponderEliminarMar, éstas galletas son súper sencillas, y de verdad que quedan riquísimas, incluso mamá las probó y merendó unos días, y eso que ella y el dulce no se llevaban demasiado bien...
EliminarEso creo, que desde donde esté, me está mandando toda su energía y positividad para continuar con el blog, y poco a poco con mi vida, sin ella...
Te mando millones de besos!
Me alegro de que vuelvas con el bloque xq esto te va a ayudar a sobrellevar mejor la pérdida de tu madre. Te deseo mucha suerte y mucho ánimo
ResponderEliminarMuchas gracias!
EliminarMucho ánimo. No sabemos la falta que nos hace una madre hasta que se va pero estoy segura que estará muy orgullosa de ti esté donde esté
ResponderEliminarYo siempre he sabido la falta que me hacía mi madre, nuestra relación siempre ha sido muy especial, para mi era una amiga!
EliminarMuchas gracias Cuca, un beso