Ya de vuelta a la normalidad, intentando recuperar el tiempo perdido para estar con mi familia y mis amigos, de nuevo haciendo entrevistas de trabajo y pruebas, y a la espera de las vacaciones de mi chico, que aunque me da que nos vamos a quedar sin ninguna salida por segundo año consecutivo... Ya habrá oportunidades.
Y de nuevo ya tengo bastante tiempo para meterme en la cocina y ponerme manos a la obra. No véais las ganas que tenía de hacer falafel.
El mejor que he probado ha sido en un puesto del mercado de San Froilán que se celebra en León; por los alrededores de la Colegiata de San Isidoro ponen un montón de puestos de artesanía, ropa y comida... Y entre los últimos hay varios puestos de cocina internacional, entre el que (Para mí) destaca el puesto árabe. Ahí puedes pedir Kafta, Tabouléh o un exquisito y súper jugoso falafel, acompañado de un té y una pipa de fumar, allí nos hemos echado alguna que otra tarde.
Después de eso, hemos intentado pidiendo en los restaurantes turcos y árabes de la ciudad encontrar un falafel semejante, pero ha resultado imposible. Nos resultan demasiado grasudos.
Así que un día me dije, ¿Y por qué no pruebo a hacerlo yo misma?
Y no he hecho mejor cosa. ¡Está buenísimo! A lo mejor no tanto como los del puesto, pero se le acercan mucho.
¡Espero que os guste!
(15 unidades)
INGREDIENTES:
- 250 g de garbanzos
- 1 Cebolla
- 2 Dientes de ajo
- 1/2 Taza de agua
- C/s de hierbas aromáticas: Perejil, cilantro, cominos, curry, pimienta negra.
- 1 Cda de bicarbonato
- C/s de harina
- Salsa de yogur
- Limón
- Sal
- Aceite para fritura
PREPARACIÓN:
Pasamos los garbanzos por agua y los lavamos, y los dejamos en remojo durante al menos 12 horas (Desde la noche anterior a la preparación).
Una vez pasado el tiempo, escurrimos los garbanzos.
Añadimos la cebolla previamente cortada, y los dientes de ajo en láminas (para que el triturado sea más fácil para la batidora) y el perejil.
Añadimos el agua, y con la batidora, trituramos.
Os resultará extraño que los garbanzos vayan sin cocer, pero se hace así para que el falafel tenga su característico toque "duro" por dentro, y le da una consistencia sin igual.
Mezclamos hasta conseguir una masa de textura espesa.
Agregamos los aromáticos.
La sal, el comino, el cilantro, la pimienta negra y el curry.
Mezclamos y añadimos unas gotas de limón. Ésto es opcional, pero a mi me gusta un montón el toque ácido que le deja.
Echamos el bicarbonato.
Mezclamos hasta que todo esté bien impregnado, y dejamos reposar la mezcla en el frigorífico durante unos 30 minutos.
De ésta manera el preparado se endurecerá.
Una vez pasado ese tiempo, agregamos la harina al gusto para que la masa coja aún más consistencia.
Mezclamos.
Con ayuda de dos cucharas, hacemos una especie de croqueta, denominada quenelle, que se hace pasando el contenido de una cuchara a otra hasta hacer una forma cilindrica pero con las puntas ovaladas.
Inmediatamente después de darles forma, las pasamos a una sartén con abundante aceite de oliva caliente.
Una vez se hayan dorado, le damos la vuelta, y dejamos que cojan el mismo color por todas las partes.
Pasamos a un plato con papel de cocina para que absorba el aceite sobrante.
Éste es el resultado final de nuestro falafel.
Se suele acompañar de salsa de yogur y resulta muy refrescante.
O simplemente con jugo de limón, también está buenísimo.
Así se ve de jugoso por dentro. Y bien mojadito por la salsa de yogurth... Una delicia.
¡Qué aproveche!
Que buenos tus falafeles.
ResponderEliminarUn saludito
Muchas gracias!!!! Un besote
Eliminarhola! a mi me encanta el falafel y nunca l he preparado en casa, me falta el día que diga, " venga a ello" gracias por compartirlo, te han quedado buenísimos ;) beso!
ResponderEliminarHola! Pues estás tardando muy mucho en prepararlo, seguro que te pasará como a mí y te gustará más que el que sirven en muchos locales!
EliminarBesotes